La cocina en Navidad es un pequeño centro de operaciones energéticas. Todo funciona a la vez, durante horas y casi sin darte cuenta. El resultado suele llegar después, cuando miras la factura y no entiendes cómo unos días “normales” han generado un pico tan alto de consumo. A mí me ha pasado varios años seguidos hasta que empecé a fijarme en un detalle clave: no era lo que cocinaba, sino cómo y cuándo usaba cada electrodoméstico.
Horno, vitrocerámica, microondas y campana extractora son grandes consumidores por separado, pero el verdadero impacto llega cuando coinciden en el tiempo. El horno puede superar fácilmente los 2.000 W, la vitro otros tantos si usas varios fuegos y la campana a máxima potencia añade un extra constante.
Cuando todo arranca a la vez, el contador registra un pico muy alto en pocos minutos. Ese pico no solo eleva el consumo total, también penaliza si tienes una tarifa con discriminación horaria o potencia ajustada. La cocina navideña es intensa, pero desordenar los tiempos es lo que dispara el gasto.
El horno manda y conviene darle prioridad

El horno es el electrodoméstico que más condiciona el consumo. Precalentarlo, abrirlo varias veces y usarlo para platos que podrían terminarse de otra forma alarga su tiempo activo.
Lo que mejor funciona es organizar todo alrededor del horno. Si va a estar encendido, aprovéchalo al máximo: cocina varios platos seguidos o a la vez, ajustando alturas y temperaturas. Evita usar la vitro mientras el horno está en pleno rendimiento. Ese simple solapamiento es uno de los mayores generadores de picos.
Vitrocerámica y microondas no son enemigos si se turnan

La vitrocerámica es muy eficiente cuando se usa con cabeza. El problema aparece al encender varios fuegos potentes mientras el horno está activo. En cambio, usarla antes o después reduce mucho el impacto.
El microondas, aunque parece inofensivo, también suma si lo utilizas constantemente para recalentar mientras todo lo demás funciona. Usarlo de forma puntual, cuando el horno está apagado o bajando temperatura, ayuda a repartir el consumo en el tiempo sin que notes diferencia en la cocina.
La campana extractora también cuenta

En cenas largas tendemos a poner la campana al máximo “por si acaso”. Mantenerla así durante horas añade un consumo constante que muchas veces no es necesario.
Una buena práctica es subirla solo en momentos críticos y luego bajarla a una potencia media. Ventilar la cocina abriendo un poco una ventana cuando sea posible también reduce la necesidad de usarla al máximo todo el tiempo.
El horario importa más de lo que parece
Si tu tarifa distingue entre horas punta y valle, cocinarlo todo a la misma hora puede salir caro. Adelantar preparaciones, cocinar platos que se puedan recalentar más tarde o aprovechar horas de menor coste marca la diferencia sin cambiar el menú.
No se trata de cocinar menos, sino de repartir el esfuerzo energético. Incluso media hora de diferencia en el uso del horno puede notarse a final de mes.
Desde que evito hacer coincidir horno y vitro a plena potencia, y organizo mejor los tiempos, el consumo navideño se ha suavizado mucho. La comida es la misma, el ritmo no se resiente y la cocina funciona con menos estrés eléctrico.
La clave está en entender que el problema no es cocinar mucho, sino hacerlo todo a la vez. Con un poco de planificación, la Navidad sigue sabiendo igual, pero la factura deja de dar el susto de enero.
Imágenes | Manuel Naranjo, Samsung
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La noticia
Si tras la Navidad la factura de la luz se te ha ido de las manos, el motivo está en la cocina. Esto es lo que conviene controlar para otra
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Xataka Smart Home
por
Manuel Naranjo
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