Una de las rutinas fijas de mucha gente nada más levantarse es la de preparar el café. Incluso yo, que no soy muy cafetera (lo mío son los macchiato y las nubes) amanezco con una taza en la mano. Eso sí, a mí me lo preparan porque sí, hacer un buen café tiene sus misterios: mejor que la molienda sea reciente, que el agua esté ya caliente al añadir el café, la importancia de la cantidad y cómo debe estar el café en el filtro o no dejarse llevar por las prisas a la hora de poner el fuego son algunos de los trucos para que salga bien.
A nada que hayas hecho algunos cafés en tu vida, ya te habrás dado cuenta de que estoy hablando de la vieja, clásica y fiable cafetera italiana (como la que ves sobre estas líneas), una forma barata y relativamente sencilla de hacer café. Eso sí, conviene explorar los diferentes tipos de cafeteras para encontrar la que mejor se ajuste a nuestros gustos (o a la que nos quepa en la cocina). La cafetera italiana es capaz de hacer un magnífico café, pero a veces nos podemos encontrar con que el café sabe mal.
Si el café sabe amargo, presta atención a la junta de silicona
Y ya te adelanto algo: no es el café ni tampoco es que la cafetera se haya roto. Probablemente sea que se te ha olvidado hacer un pequeño mantenimiento a la italiana. Más concretamente, de una pequeña y simple pieza de plástico de su interior. Qué maleducada, un rato hablando de ella y se me había olvidado hacer la presentación formal de la cafetera italiana, inventada por Luigi Di Ponti y patentada por Alfonso Bialetti hace casi un siglo. No es la única ni mucho menos, pero sí la original.
Tras hacer café lo suyo es limpiar la cafetera, para lo cual habrá que desmontarla en sus tres partes… espera, ¿seguro que tiene tres partes? Spoiler: no. En realidad son cinco: la cámara inferior, el filtro, la cámara superior y dos pequeñas piezas clave en su buen funcionamiento, una arandela de silicona responsable de mantener la presión y un filtro de silicona que va fijado a la cámara superior con la arandela anteriormente mencionada.
Si conforme nos vamos haciendo cafés no limpiamos estas dos piezas, entonces los restos orgánicos del café y la cal del agua irán acumulándose y deteriorándolas. La pieza metálica puede acumular sedimentos, pero la goma puede llegar a podrirse. Y hasta aparecer moho.
Así que podemos comprar café bueno, seguir el ritual de preparación al pie de la letra, usar agua de calidad… y aún así que los cafés que preparemos sepan cada vez más amargos sin una razón aparente. La respuesta es limpiar o sustituir estas piezas.
Además se trata de un procedimiento verdaderamente rápido y fácil: se pueden retirar con la ayuda de un dedo o haciendo palanca con la parte de atrás de una cucharilla. A partir de aquí, podremos extraerlas y limpiarlas a fondo, lo que va a contribuir a estirar su vida útil. Aún así, las piezas no son eternas y las de plástico aún menos: si ambas piezas de silicona dejan su blanco inicial por otras tonalidades como amarillo, marrón o gris, mejor cambiarlas.
La buena noticia es que también resulta fácil encontrarlas y que además son bastante asequibles: puedes encontrarlas por menos de cinco euros. Con asegurarse previamente de que la medida coincide, poco más hace falta para que nuestra cafetera italiana siga como el primer día.
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Portada | Foto de Sten Ritterfeld en Unsplash
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La noticia
Nuestro café a menudo sabe mal, y la razón está detrás de esta pieza de la cafetera
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Xataka Smart Home
por
Eva R. de Luis
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