Un proyecto colaborativo del Instituto Catalán de Investigación Energética (IREC), con el apoyo del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) y la Oficina de Ciencia Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona, ha involucrado a escuelas, niños de zonas vulnerables y familias en la monitorización del calor en sus viviendas durante el verano de 2024. Mediante sensores, diarios de calor y encuestas, los participantes han recogido datos de confort térmico, consumo energético y estrategias de adaptación doméstica.

Los resultados preliminares indican que muchos niños viven en casas antiguas con niveles de eficiencia energética bajos: viviendas alquiladas donde los interiores resultan muy calientes en verano y fríos en invierno, lo que afecta especialmente a los menores, que tienden a percibir temperaturas más elevadas que los adultos.
Una plataforma de ciencia ciudadana para la adaptación climática
El proyecto, denominado ‘Vigilantes del Calor’, no solo recolecta y analiza datos, sino que también invita a los participantes a proponer soluciones que mejoren la habitabilidad y la resiliencia térmica. Por ejemplo, los niños han sugerido plantar más árboles, instalar fuentes de agua o reforzar la sombra en espacios públicos y escuelas. Estas aportaciones formarán parte de las acciones de educación ambiental del programa Compartim un Futur, que se ofrece anualmente en centros educativos.
El valor del enfoque radica en su carácter replicable: al combinar tecnología de sensores con la participación activa de la comunidad, se genera un mapa real de condiciones térmicas en viviendas vulnerables, que puede servir para diseñar políticas de rehabilitación energética y estrategias de adaptación al cambio climático en entornos urbanos e insulares.
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