Muchas veces hablamos por aquí de cómo conseguir un buen equipo de alta fidelidad para escuchar nuestra música y películas favoritas con la mejor calidad posible, o de cómo corregir la acústica de la sala para lograr la mayor calidad de sonido.
Todo en un intento por que la señal de audio que llega a nuestros oídos sea lo mejor y más fiel posible y nos agrade al máximo. Pero también hay gente a la que todo esto le da igual. No les importa la calidad de sonido ni parecen disfrutar con la música en absoluto, ya sea grabada o en directo.
Incluso te miran raro cuando al escuchar tu tema favorito sigues el ritmo con el pié y tarareas una melodía incluso aunque no la estés escuchando en ese momento. ¿Por qué estas diferencias de comportamiento?
Por qué hay quien no disfruta con la música
En estos años de probar equipos y hablar con gente sobre cuáles son los temas musicales que más les gustan la mayoría tienen sus preferencias, pero también me he encontrado con algunos que solo escuchan cosas muy, muy concretas, disfrutando además lo justito, y el resto de estilos musicales parece no agradarles de ninguna forma.
También los hay que lo de que el sonido sea de mejor o peor calidad parece no importarles en absoluto. Distinguen perfectamente un archivo digital muy comprimido de uno de alta fidelidad, pero simplemente les da igual, algo que como audiófilo puede ser de lo más irritante. Pero, ¿cuál es el motivo?
Pues el estudio recientemente publicado ‘Understanding individual differences to specific rewards through music‘ parece haber dado con la clave del asunto, y sus investigadores afirman que este rasgo conductual indica una cierta desconexión entre las redes auditivas y de recompensa del cerebro.
La mayoría de los estudios sobre el sistema de recompensa humano han asumido una sensibilidad global, lo que significa que la capacidad de una persona para experimentar placer es un rasgo unificado que se aplica generalmente a todo tipo de estímulos gratificantes.
Sin embargo, hace unos diez años un equipo cuestionó esta creencia al descubrir una condición denominada «anhedonia musical específica». Es la incapacidad concreta para sentir placer al escuchar música, suponiendo que todo el sistema auditivo funciona correctamente. Es decir que los oídos funcionan correctamente y el sujeto escucha bien todo el rango de frecuencias recibidas.
Los investigadores se centraron en individuos que no encontraban placentera la música, pero que sí disfrutaban de otros estímulos gratificantes. Ahora, ese mismo equipo de la Universidad de Barcelona ha descrito en este estudio el mecanismo subyacente de estas diferencias individuales en la sensibilidad a la recompensa musical.
El coautor del estudio, Josep Marco-Pallarés, afirma que la anhedonia musical se debe a una mala conexión entre la red auditiva cerebral y su circuito de recompensa, más que a una disfunción específica, afectando a la capacidad de la música para activar los sistemas de recompensa necesarios para obtener placer.
Para identificar a las personas con esta condición los investigadores desarrollaron un cuestionario llamado Cuestionario de Recompensa Musical de Barcelona (BMRQ) que mide cinco maneras distintas en que las personas interactúan con la música: evocando emociones, regulando el estado de ánimo, fomentando las conexiones sociales, fomentando la danza o el movimiento, y buscando la novedad a través de la búsqueda, el coleccionismo o la experiencia musical (este último grupo englobaría las tendencias audiófilas).
Y los que no disfrutan con la música en general suelen obtener puntuaciones bajas en las cinco dimensiones. Se caracterizan en general por no ser capaces de elegir temas favoritos, no se emocionan con facilidad y reaccionan con menos intensidad a la música, aunque responden normalmente a otras recompensas, como las monetarias.
En un oyente típico las imágenes neurológicas mostraron una mayor actividad en regiones como el núcleo accumbens, parte del sistema de recompensa del cerebro, al escuchar música placentera. Por otro lado, en personas con anhedonia musical, las resonancias magnéticas mostraron una respuesta reducida a la música, pero no a otros placeres.
En cuanto a los motivos por los que una persona puede desarrollar esta condición, todavía no está claro, aunque se argumentan causas genéticas o pequeñas lesiones cerebrales en áreas muy específicas.
Vía | New Atlas
Más información | Trends in Cognitive Sciences
Imagen portada | PxHere
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La noticia
Hay quien disfruta hasta con la música del telediario y a quien no le gusta ningún género. Esta es es la explicación según la ciencia
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Paco Rodríguez
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