En pocas horas dará comienzo el otoño y, aunque aún podremos tener días de altas temperaturas, las lluvias ya se han hecho notar y las horas de sol van disminuyendo. Por eso, este es el momento ideal para preparar el toldo, especialmente si no tienes previsto usarlo durante el invierno.
Conviene tomar una serie de medidas de mantenimiento (las que recomiendan fabricantes e instaladores), más necesarias aún en los toldos sin cofre protector. El objetivo es resguardar tanto los mecanismos como la lona frente a las inclemencias del tiempo, de manera que dentro de un año puedas volver a usarlo en perfecto estado.
Lo que recomiendan los instaladores
En casa seguimos cada año la misma rutina con los toldos que no vamos a utilizar durante el invierno (uno de ellos lo dejamos desplegado porque actúa como barrera frente al frío). El primer paso siempre es limpiarlos a fondo antes de mantenerlos cerrados durante meses. Para ello, aplico los consejos que me dio el instalador cuando los colocó en casa.
Es aconsejable retirar el polvo, hojas secas y cualquier resto acumulado con un cepillo suave o una aspiradora, y después pasa una esponja con agua tibia y jabón neutro. En este sentido evito productos abrasivos, ya que pueden dañar el tejido o eliminar sus tratamientos protectores y solo empleo agua, algo de jabón si hay manchas y a veces un cepillo (limpio).
Una vez que lo limpio, me aseguro siempre de que la lona esté completamente seca antes de recogerla (lo dejo abierto un buen rato al sol). Sé que guardarlo húmedo favorece la aparición de moho y malos olores, además de debilitar la tela con el tiempo.
Como mi toldo no dispone de cofre protector, me preocupo de reforzar su protección frente a la lluvia. Para ello, lo impermeabilizo con distintos métodos. Muchas personas utilizan sprays hidrófugos específicos para lonas textiles, que hacen que el agua resbale y evitan filtraciones. En mi caso, lo que suelo hacer es enrollarlo al revés de lo habitual y, durante un tiempo, también llegué a envolverlo en plástico para impermeabilizarlo. Con estas precauciones consigo prolongar la vida útil del tejido.
De esta forma permanecen recogidos en los meses de frío y quedan protegidos del polvo, la lluvia y las heladas, y estarán en perfecto estado cuando regrese el buen tiempo.
Por último, reviso la estructura: engraso los mecanismos móviles con un lubricante en spray y compruebo que los tornillos y anclajes estén bien sujetos. Si encuentro óxido en las partes metálicas, lo limpio y aplico un producto antioxidante.
Como afecta el invierno a un toldo
El invierno puede afectar de forma notable a un toldo si no se protege adecuadamente y esto es algo que se nota sobre todo en los modelos que no tienen un cofre protector.
Las lluvias continuas y la humedad favorecen la aparición de moho y manchas en la lona, sobre todo si se recoge estando húmeda. El frío intenso y las heladas pueden endurecer o agrietar el tejido con el tiempo, reduciendo su flexibilidad y resistencia.
Además, el viento fuerte típico de esta época puede forzar los brazos y anclajes, provocando holguras o incluso roturas en la estructura. La acumulación de nieve o agua estancada también ejerce un peso extra sobre la lona, acelerando su desgaste. Y en el caso de las partes metálicas, la humedad y el contraste de temperaturas favorecen la oxidación si no se ha aplicado un tratamiento protector.
En conjunto, el invierno puede acortar de manera significativa la vida útil del toldo, tanto en su lona como en su sistema mecánico, si no se toman medidas preventivas como limpiarlo, secarlo bien, impermeabilizarlo y cubrirlo con una funda protectora.
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La noticia
El instalador me dijo que hiciese esto con el toldo cuando llega el otoño: es mano de santo para que dure mucho más tiempo
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Jose Antonio Carmona
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