Solo necesitas unos segundos para que tus radiadores calienten más y mejor: un truco rapidísimo y no, no es purgarlos

Solo necesitas unos segundos para que tus radiadores calienten más y mejor: un truco rapidísimo y no, no es purgarlos

Ya sabemos lo fundamental que es purgar los radiadores para que funcionen como deben: que calienten de forma uniforme y sin gastar más energía de la necesaria. Pero hay otro gesto sencillo que puede servir para que funcionen mejor, calienten más y sean más eficientes… y apenas te llevará unos segundos.

Con el paso de los meses, y especialmente después de estar toda la temporada apagados, los radiadores acumulan polvo, pelusas y suciedad en las rendijas y en su interior. Aunque pasa desapercibido para mucha gente, esta capa actúa como una barrera que dificulta la transmisión del calor. En otras palabras: el radiador trabaja más, calienta peor y gasta más.

Ahora que el frío empieza a asomar y muchos hogares vuelven a encender la calefacción, no está de más recordar que no siempre es el aire atrapado lo que da problemas. A veces la causa es mucho más simple: la suciedad acumulada. Mantener los radiadores limpios es el complemento perfecto a la purga y una forma fácil de mejorar su eficiencia sin grandes complicaciones.

¿Cómo se acumula el polvo? 

Radiador

Cuando encendemos la calefacción, se genera una corriente de aire caliente hacia arriba y frío hacia abajo. Ese movimiento arrastra partículas de polvo, pelos, pelusas o suciedad que terminan atrapadas tanto en la superficie como en las aletas internas del radiador.

¿Por qué el polvo afecta al calor? Esa capa actúa como aislante: impide que el calor se trasmita de forma eficiente al aire del ambiente. 

Aunque en realidad parece que no existe ningún problema, sí que lo hay. Por eso, aunque el sistema esté funcionando correctamente, un radiador sucio puede tardar más en calentar — y consumir más energía para lograrlo.

Cómo limpiar los radiadores

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Imagen | Csaba Nagy en Pixabay

A partir de aquí queda claro que la limpieza es básica. Es necesario quitar el polvo y la suciedad acumulados pero esto no siempre es fácil. Por eso hay trucos que hacen más sencilla la limpieza.

Método 1: secador

Secador

Imagen | Eva R. de Luis

Uno de ellos ya lo vimos y es el truco del secador. No necesitas herramientas especiales ni conocimientos técnicos para devolver a tus radiadores su eficiencia: un secador de pelo, en modo aire frío o a baja potencia, puede bastar. 

Lo que debes hacer es apagar la calefacción y esperar a que los radiadores estén fríos. Luego limpia la superficie exterior con un paño húmedo o una esponja y siempre ten la precaución de colocar una toalla en el suelo para recoger el polvo que caiga.

Usa un plumero o cepillo para eliminar el polvo visible y luego con el secador en modo aire frío, sopla hacia las rendijas y zonas interiores, para desalojar el polvo incrustado. Para el final, a modo opcional, pasa un paño con agua tibia y jabón suave para un acabado más limpio.

Una variante pasa por usar uno de esos sopladores que hay de aire (o de aire comprimido) de los que podemos comprar en ferreterías y que se usan para equipos electrónicos, aunque esto ya conlleva un gasto. Prefiero el secador.

Método 2: estropajo

Radiador

Así ha salido el estropajo

Otro sistema para dejar los radiadores libres de polvo y suciedad ya lo comentamos: usar un estropajo y unas gotas de amoniaco.

Podemos limpiar el interior de los radiadores con una mezcla de agua y amoníaco (por ejemplo usando un estropajo viejo) puede eliminar la suciedad y los residuos acumulados, sobre todo en los conductos interiores.

Basta con empapar un estropajo —mejor uno viejo— y deslizarlo por las aletas internas; si cuesta moverlo, puede ayudarse con un palo. El estropajo va arrastrando la grasa y los residuos incrustados, de modo que las superficies metálicas recuperan su capacidad de transmitir el calor correctamente y el radiador vuelve a calentar de forma más uniforme, evitando zonas frías.

No obstante hay que tener cuidado: el amoníaco es un producto fuerte y puede dañar superficies sensibles, provocar irritaciones si se usa sin guantes o si se respiran los vapores, y no debe mezclarse nunca con lejía. Además, no es recomendable aplicarlo en radiadores pintados o delicados porque podría deteriorar el acabado. 

Ventajas de una limpieza frecuente

Radiador

Imagen e24 en Unsplash

Un radiador limpio ofrece varias ventajas importantes: reduce el consumo energético porque transmite mejor el calor y alcanza antes la temperatura adecuada; esto, a su vez, se traduce en un ahorro económico gracias a facturas más bajas. 

Además, mejora el confort en casa, ya que las habitaciones se calientan de forma más uniforme, sin zonas frías ni esperas innecesarias. Por último, mantenerlo libre de suciedad prolonga su vida útil, evitando desgaste y futuros problemas derivados de la acumulación de polvo y residuos.

Limpiar los radiadores es especialmente útil para hogares con sistemas tradicionales de calefacción por radiadores, antes de encender la calefacción al inicio del invierno, o cuando se detecta una disminución en la eficiencia térmica

No olvidar una purga

Dicho esto, no hay que dejar de purgar los radiadores si notamos que la parte superior del radiador sigue fría o escuchamos ruidos extraños, tipo burbujeo, lo que indica que probablemente haya aire acumulado en el circuito hidráulico. Entonces conviene purgarlos siguiendo las instrucciones del fabricante. 

Foto de portada | hessam nabavi en Unsplash

En Xataka SmartHome | Un fontanero me ha dicho dónde debo colocar el termostato para que los radiadores sean más efectivos. Lo estaba haciendo mal


La noticia

Solo necesitas unos segundos para que tus radiadores calienten más y mejor: un truco rapidísimo y no, no es purgarlos

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Xataka Smart Home

por
Jose Antonio Carmona

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