Ya hemos comentado en varias ocasiones que, dentro del hogar, hay zonas donde la limpieza resulta especialmente importante. Espacios en los que la suciedad tiende a acumularse con facilidad y, en el caso de la cocina, esta necesidad se vuelve aún más crítica debido al contacto directo con los alimentos.
Mantener la cocina limpia —así como todas las superficies que entran en contacto con cualquier producto alimenticio— no solo es una cuestión de higiene, sino una medida clave para evitar posibles intoxicaciones. Por eso, en este artículo repasamos algunas de las normas básicas que deben seguirse, incluidas las recomendaciones de organismos oficiales como la AESAN.
Limpieza e higiene
La AESAN, para quien no la conozca, es la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Esta entidad ofrece una serie de pautas y consejos orientados a mejorar la seguridad alimentaria en el ámbito doméstico y reducir riesgos asociados a una mala manipulación o conservación de los alimentos.
Para mantener la cocina en condiciones óptimas y manipular los alimentos con seguridad, es fundamental seguir una serie de normas básicas. Gestos sencillos pueden prevenir la aparición de enfermedades como la listeriosis o la salmonelosis.
No basta con una pasada rápida. Es importante limpiar encimeras, utensilios, suelos y superficies después de cada uso, y realizar una limpieza más profunda al menos una vez por semana. Esta rutina ayuda a evitar que se acumulen bacterias o restos de alimentos que puedan contaminar otros productos.
La campana extractora y sus filtros son una parte fundamental de la cocina, aunque muchas veces pasen desapercibidos. No están ahí por adorno: su función es muy importante. Se encargan de atrapar la grasa, el humo, los olores y todas esas pequeñas partículas que se generan al cocinar, ayudando a mantener el aire limpio y más saludable.
Con el paso del tiempo, toda esa grasa y suciedad se va acumulando, mezclándose además con el polvo. ¿El resultado? Una capa pegajosa y nada agradable que, además de afear la campana, puede hacer que deje de funcionar correctamente. Y lo peor: si no se limpia, parte de esa suciedad podría terminar cayendo en la comida mientras la estás preparando.
El lavado de los alimentos también merece atención. Las frutas y verduras deben enjuagarse bien bajo el grifo, especialmente si se van a consumir crudas. En el caso de productos de piel gruesa, como melones o calabacines, es recomendable usar un cepillo específico. Por el contrario, no se deben lavar carnes, pescados o huevos, ya que esto puede provocar salpicaduras que esparzan bacterias por la cocina.
Cocinar a la temperatura adecuada es otra medida clave. Para asegurarse de que los alimentos están completamente seguros, se recomienda que el centro de los mismos alcance al menos 70 °C, y preferiblemente 75 °C. Usar un termómetro de cocina puede ayudar a controlar este punto, sobre todo en carnes, guisos o pescados. En el caso de sopas o caldos, llevar el líquido a ebullición y mantenerlo durante al menos un minuto garantiza que se eliminen la mayoría de microorganismos peligrosos.
Evitar la contaminación cruzada es otra práctica esencial. Esto significa no mezclar alimentos crudos con los ya cocinados, ni usar los mismos cuchillos o tablas de cortar sin lavarlos antes. La separación también debe mantenerse dentro del frigorífico, guardando carnes, pescados y huevos en envases bien cerrados y alejados del resto de los productos.
Además, hay que prestar atención a utensilios y textiles de cocina. Las bayetas, estropajos, delantales o bolsas reutilizables acumulan bacterias fácilmente. Lo ideal es lavarlos con frecuencia: las bayetas pueden ir a la lavadora y los estropajos deben desinfectarse o sustituirse cuando estén deteriorados. En cuanto a los trapos de cocina, es mejor lavarlos con agua caliente y no usarlos varios días seguidos.
Por supuesto, no puede faltar el lavado de manos. Este gesto básico sigue siendo una de las barreras más eficaces contra las bacterias. Debe hacerse antes y después de manipular alimentos, tras ir al baño o tocar objetos sucios. Lo recomendable es lavar las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos, secándolas con papel desechable o una toalla limpia. Si estás fuera de casa, un gel desinfectante también puede ser útil.
Para acabar podríamos decir que mantener una buena higiene en la cocina, cocinar adecuadamente y manipular los alimentos con cuidado son gestos sencillos que marcan una gran diferencia en la seguridad alimentaria del hogar.
Imagen portada | Jean van der Meulen
En Xataka SmartHome | Quiero ver la tele mientras guiso, pero mi cocina es pequeña. Así he aprovechado una vieja tableta con Android
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La noticia
Depende del Gobierno y así explica cómo hay que limpiar la cocina para prevenir intoxicaciones alimentarias
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Jose Antonio Carmona
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