Alexa entra en una nueva etapa con el empuje de la inteligencia artificial y cambios que pueden alterar cómo nos relacionamos con el asistente en casa. La propuesta de Amazon, Alexa+, promete diálogos más naturales y respuestas mejor contextualizadas, a la vez que la compañía estudia fórmulas para hacer sostenible el servicio.
Mientras tanto, crecen los usos sociales del asistente. Programas de acompañamiento a mayores, datos de adopción en mercados como México y pequeños trucos como el modo susurro muestran cómo la tecnología de voz se cuela en la vida diaria con utilidades tan variadas como escuchar música, organizar recordatorios o mantener a raya la soledad.
Alexa+ da el salto a la IA generativa
Alexa+ es la evolución del asistente que introduce conversaciones de múltiples turnos y un grado mayor de personalización gracias a modelos de lenguaje avanzados. La idea es que el usuario pueda encadenar preguntas y tareas sin repetir la palabra de activación cada vez, con un asistente más contextual y capaz de coordinar funciones.
De momento, Alexa+ se encuentra en pruebas con un grupo limitado de clientes en Estados Unidos y su expansión a más países llegará de forma progresiva. La mejora se apoya en IA generativa, agentes para combinar tareas y un enfoque multimodal que interpreta voz, pantalla y contexto para responder con mayor naturalidad.
El mantenimiento de esa tecnología no es barato: informes internos estiman que Alexa ha supuesto decenas de miles de millones en inversión a lo largo de varios años. En una reciente charla con inversores, Andy Jassy, CEO de Amazon, deslizó que la publicidad podría jugar un papel para facilitar descubrimientos y como palanca de ingresos dentro de futuras experiencias de Alexa+.
La compañía ya muestra anuncios en pantallas Echo Show y, en usos como la música, algunos usuarios pueden escuchar mensajes promocionales. El reto estará en equilibrar esa monetización con una experiencia que siga siendo útil, fluida y no intrusiva cuando el usuario conversa con el asistente.
Uso social: mayores que dialogan con su altavoz
En Baleares, la Cruz Roja impulsa el programa “Voces en red” para paliar la soledad de personas mayores de 65 años, distribuyendo dispositivos de voz que los participantes activan llamando “Alexa”. Cada equipo se configura y personaliza con los datos del usuario para facilitar videollamadas, recordatorios y otras funciones cotidianas.
El proceso incluye visitas a domicilio para enlazar el dispositivo con la conexión a internet del usuario y su perfil en la plataforma de la entidad. Gracias a ello, voluntarios pueden realizar llamadas periódicas, y los mayores aprovechan Alexa para escuchar música, gestionar alarmas o pedir información con comandos sencillos.
Los datos recopilados por la organización apuntan a que un 81% lo usa para entretenimiento, un 69% por compañía, un 65% para organización del día a día y un 63% para aprender cosas nuevas. En las islas se han desplegado centenares de dispositivos y el proyecto cuenta con un equipo de unas 30 personas entre técnicos y voluntariado.
Historias como la de usuarios que esperan con ganas la videollamada semanal o que piden a Alexa su música favorita reflejan el potencial de estas herramientas para fomentar rutinas y conversación. Para muchos participantes, el asistente se convierte en un apoyo sencillo y accesible que cabe en el salón de casa.
Tendencias en México: del gadget al compañero digital
En México, estudios recientes señalan que la relación con Alexa supera lo puramente funcional. Además de su alta penetración, los usuarios definen al asistente como “práctico”, “divertido” y un “ayudante”, mostrando un vínculo más cercano con la tecnología de voz.
Datos de organismos oficiales indican que alrededor de una cuarta parte de los hogares cuenta con dispositivos conectados, y que una mayoría de esos hogares tiene asistentes de voz, con Alexa manteniendo un papel protagonista. Esto se traduce en millones de familias que usan el asistente para reproducir contenidos, controlar luces o consultar el tiempo.
Investigaciones académicas sobre confianza, privacidad y credibilidad también subrayan que la aceptación crece cuando la interacción es constante, útil y respeta la sensibilidad del usuario. Esa cercanía ayuda a explicar por qué quienes integran a Alexa en sus rutinas muestran mayor lealtad y menos propensión a cambiar de plataforma.
Funciones y trucos: modo susurro y otros ajustes cotidianos
Más allá de la IA generativa, hay funciones prácticas que consolidan el uso diario. Una de las más llamativas es el modo susurro, pensado para crear un ambiente de calma o para no molestar por la noche: basta con decir “Alexa, modo susurro” y el asistente bajará la voz.
Otra opción es simplemente hablarle en voz baja; el sistema detecta el susurro y responde en el mismo tono. Esta característica, popular entre quienes buscan relajarse o reducir el ruido, no sustituye ningún tratamiento médico, pero puede ayudar a desconectar y a mantener conversaciones más discretas.
Como ocurre con otros asistentes, los usos más extendidos siguen siendo pedir música, temporizadores y recordatorios, controlar bombillas o conocer la previsión meteorológica. Son tareas simples, pero que, con el tiempo, han convertido a Alexa en una compañera recurrente en el hogar.
Entre la llegada de Alexa+, el debate sobre su modelo de negocio y el avance de proyectos sociales, el asistente de Amazon se encamina hacia una fase en la que combinará conversaciones más naturales con servicios personalizados. El gran desafío será mantener ese equilibrio entre utilidad, intimidad y sostenibilidad económica sin que la experiencia del usuario pierda naturalidad por el camino.