Ya hemos comentado otras veces lo útiles que resultan los colores en los conectores USB, porque según el tono podemos saber al instante qué prestaciones ofrece cada puerto. Lo que quizá pasa más desapercibido es que en los cables Ethernet ocurre algo parecido: el color también tiene su función.
Elegir un buen cable es clave para exprimir la velocidad de tu red y sacar todo el partido al router. Sabemos que existen distintas categorías y cómo reconocerlas, pero hay otro detalle que solemos pasar por alto: el color del cable.
La importancia del color

Cuando compramos un router o nos lo instala la operadora, el cable Ethernet que viene incluido suele ser amarillo o gris. Sin embargo, si te das una vuelta por cualquier tienda verás que hay cables de prácticamente todos los colores. Y es normal preguntarse: ¿importa realmente el color? Pues sí, más de lo que parece.
Pues ya te adelanto que mucha, que es más importante de lo que parece y no es solo cuestión de estética. Ese arcoíris de cables no afecta a la velocidad ni a la calidad de la conexión. Su función es mucho más práctica: ayudan a mantener todo organizado. Y créeme, cuando tienes delante un armario de comunicaciones, una oficina llena de puestos o un pequeño rack en casa, distinguirlos de un vistazo marca la diferencia.
Quizás en una casa con uno o dos cables de red el color no sea fundamental, pero en instalaciones medianas o grandes, como centros de datos o empresas, los técnicos suelen utilizar una especie de código de colores para saber qué hace cada cable sin tener que ponerse a seguirlo de punta a punta. Es un truco muy sencillo, casi como un semáforo, que agiliza muchísimo el trabajo diario. Y esto se explica fácilmente con un ejemplo:
- Rojo para conexiones esenciales que nunca deberían desconectarse.
- Azul para enlaces estándar.
- Amarillo para dispositivos que reciben alimentación a través del propio cable.
Aunque el uso de colores nació en entornos profesionales, también resulta muy práctico en casa porque permite identificar cada cable de un vistazo. Algunos fabricantes los utilizan para indicar características concretas, pero no existe un estándar universal: cada instalador puede seguir su propio criterio. Por eso, en instalaciones grandes conviene revisar la documentación antes de tocar nada. Aun así, hay ciertos patrones de color que suelen repetirse:
- Azul: conexiones de red generales (ordenadores, portátiles, etc.).
- Amarillo: dispositivos PoE como cámaras IP o puntos de acceso Wi-Fi.
- Negro o gris: enlaces comunes en casas y oficinas (router–módem, consola–switch…).
- Rojo: equipos críticos como servidores, firewalls o zonas con requisitos de seguridad.
- Verde: conexiones directas entre dispositivos o equipos de domótica.
- Naranja o morado: usos especiales, pruebas, VLAN de invitados o enlaces temporales.
Como ves, el color no dice nada sobre el rendimiento del cable. Para saber realmente qué velocidad soporta, debes fijarte en la categoría (Cat 5, Cat 5e, Cat 6, Cat 6a, Cat 7, Cat 8…). Esta información siempre aparece impresa en un lateral del propio cable, así que olvídate del color para eso.
Por lo tanto queda claro que los colores sirven para organizar, no para medir prestaciones. Y si empiezas a usarlos tú también en casa, te prometo que tu “jungla” de cables será mucho más fácil de manejar.
En Xataka SmartHome | En casa tengo un cable que nunca me falta: me ha sacado de más de un apuro y es imprescindible
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La noticia
Siempre pensé que el color del cable Ethernet estaba ahí por gusto, hasta que descubrí cómo lo usan los profesionales
fue publicada originalmente en
Xataka Smart Home
por
Jose Antonio Carmona
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